Thursday, March 10, 2011

Ciudad de topos. Los túneles de Rosario

Nota concedida a los alumnos del "Taller de comunicación audiovisual II" en el año 2009



Túneles en Rosario: la enigmática historia de una ciudad que no se ve

El paisaje subterráneo de Rosario siempre dio que hablar. La imaginación incluyó túneles y pasadizos como escenarios non santos, a pesar de que algunos figuran en viejos planos y tenían funciones operativas. Pero más allá de lo que se considera el único túnel visible de la ciudad, el ducto vial entre Sarmiento y España, hay al menos media docena de pasillos bajo tierra en predios donde funcionaron estructuras ferroviarias y sanitarias.
Dicen que en aquellas penumbras hubo de todo. Muertes, ánimas, encuentros furtivos entre médicos y monjas, reuniones de templarios y hasta una prostituta poco agraciada que incrementaba su clientela mostrando desde un sótano un acceso oscuro al que ningún valiente se le animó.
Como venas, como intestinos, como cañerías. En el subsuelo de la ciudad corren por igual infraestructura, desechos y fantasías. Contraluz de la vida cotidiana, entre la humedad y las sombras, los túneles forman parte de esa nervadura real o intuida que Rosario incorporó a sus leyendas urbanas y se volvieron referencias inquietantes a la hora de hablar de la historia cercana.
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“Una ciudad tiene muchos niveles, no es lo mismo la ciudad nocturna que la del trabajo. En Rosario se puede ver este caleidoscopio, hubo una ciudad prostibularia y de otros formatos marginales, todas con sus mitos y leyendas”, explicó el periodista e investigador Guillermo Zinni, quien durante años dio a conocer en La Capital la vida cotidiana de la ciudad cuando corrían los finales del siglo XIX y principios del XX. En su opinión, estas narraciones hasta configuran la identidad de un comunidad que intenta, a través de crónicas ficcionales, despegar de la monotonía y crearse una identidad.
Para Zinni, los túneles como conexión entre partes para el contrabando es una leyenda urbana. “Era más fácil corromper a un funcionario que cavar una galería bajo tierra”, ironizó. Y comentó que hasta 1905 se podía bajar mercadería en cualquier punto del río, porque los puertos eran llanos y las cargas llegaban a través de vapores pequeños, ya que los barcos quedaban a varios metros. Antes de esa fecha no se podía pensar en túneles por la geografía del lugar.
En el puerto y sus labores, con sus movimientos de banderas extrañas e inmigrantes, las leyendas sobre túneles hicieron pie con más fuerza. “En los planos del puerto de principio del siglo XX están marcadas unas 10 ó 12 grutas que las empresas utilizaban como depósito de mercadería, y alrededor de allí surgió el mito”, explicó Zinni.

(extracto de una nota de Silvia Carafa publicada en el diario La Capital, de Rosario, el domingo 20 de marzo de 2011 y que puede consultarse aquí)