
Impactante contraste entre el antiguo edificio de la Aduana, de torres almenadas y aires de castillo medieval, y el actual.

El magnífico Monumento a la Bandera, inaugurado en 1957, haciendo contrapunto con la primitiva plaza Brown (luego Belgrano) que se encontraba en el mismo paraje.

El antes y el después de la iglesia Santa Rosa con su entorno ciudadano de principios del siglo XX y el actual.

El Palacio Fuentes en todo su actual esplendor y en su etapa de construcción.

El teatro La Comedia de principios de siglo, cuando era apenas algo más que un galpón, contrastando severamente con el edificio posterior.
Estos son sólo algunos modelos de cómo lucirían estas gigantografías. Otros lugares emblemáticos donde podrían colocarse en espacios más amplios para su mejor visualización y mayor deleite tanto de rosarinos como de turistas son, por ejemplo, la plaza 25 de Mayo, el parque Independencia, el cruce Alberdi, el balneario La Florida, el cementerio El Salvador, la avenida Pellegrini, el bulevar Oroño, la estación Rosario Norte, la estación Rosario Central, la esquina de Córdoba y San Martín, el puerto, etcétera. Esta exposición podría llamarse "Rosario se muestra. Una ventana abierta a la memoria colectiva". Es que la idea de las gigantografías también apunta a que el público se sienta "contemporáneo" de las imágenes decimonónicas, como si fueran una ventana al pasado y se pudiera elegir entrar en cualquiera de las dos ciudades; como un túnel del tiempo puesto en un espacio público y donde pasado y presente se funden en un mismo instante.
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